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Opinión

domingo, 8 junio 2025

La regulación justa y humana del servicio de ambulancias

Por: Ulpiano Manrique Plata

En Neiva y el Huila, el derecho a recibir atención médica oportuna está siendo vulnerado. Como ciudadano preocupado —y como parte de una creciente voz colectiva en la región— elevo un llamado urgente para que el servicio de ambulancias sea regulado con criterios de justicia, equidad y respeto por la vida humana. No podemos seguir permitiendo que un servicio esencial funcione bajo lógicas comerciales que priorizan la ganancia sobre la atención integral a los pacientes.

Actualmente, en nuestra ciudad y en muchas otras del país, el servicio de ambulancias es operado en su mayoría por empresas privadas que, en la práctica, solo atienden emergencias derivadas de accidentes de tránsito. Situaciones críticas como infartos, desmayos, caídas domésticas o convulsiones en la vía pública, son sistemáticamente ignoradas porque no generan facturación a través del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT).

Más grave aún, la competencia desmedida por llegar primero a los siniestros viales ha convertido algunas ambulancias en vehículos temerarios, provocando choques adicionales y, en casos lamentables, muertes evitables. Esta “guerra del centavo” en plena emergencia no solo agrava los accidentes, sino que pone en peligro a peatones, otros conductores y a los mismos pacientes que deberían recibir atención profesional y segura.

Es urgente repensar a fondo el modelo actual para garantizar un servicio de ambulancias verdaderamente especializado y eficaz, capaz de responder a siniestros graves que exigen la presencia inmediata de paramédicos entrenados para estabilizar a los pacientes en el lugar de los hechos. Hablamos de situaciones críticas como atentados terroristas, emergencias por alteraciones del orden público o desastres ambientales. Se trata de salvar vidas, no de sumar facturas ni de esperar a que una emergencia sea rentable para ser atendida.

La vida humana no puede seguir tratándose como una mercancía. El reciente atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay es un claro ejemplo de la necesidad de una atención médica oportuna, profesional y coordinada. Según reportes de prensa, tras el ataque fue trasladado inicialmente a una clínica que no contaba con la capacidad técnica para atender la gravedad de sus heridas, lo que obligó a un segundo traslado a un centro médico más especializado. Ese tiempo que se pierde es precioso. En una emergencia, cada minuto cuenta y puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Este tipo de situaciones pone en evidencia una falla estructural del sistema: no basta con que llegue una ambulancia, es indispensable que el equipo médico esté conectado en tiempo real con una red de clínicas y hospitales que puedan recibir al paciente según la complejidad del caso. Es decir, los paramédicos deben disponer de plataformas que le indiquen de inmediato a qué institución llevar al herido, sin perder tiempo valioso de traslado o sometiéndolo al llamado "paseo de la muerte".

En medio del debate nacional sobre la reforma estructural del sistema de salud, esta problemática local debe tener eco e incorporarse como una prioridad. Garantizar el derecho fundamental a la vida implica asegurar una atención de urgencias digna, humana y eficaz. ¿De qué sirve transformar el sistema si no podemos garantizar lo más básico: que una ambulancia llegue a tiempo y traslade al paciente al lugar adecuado para salvarle la vida?

Proponemos la creación de una línea permanente de supervisión y control sobre la operación de las ambulancias, la activación de protocolos humanitarios obligatorios y la implementación de un sistema público o mixto que garantice atención para todos los casos, no solo los que dejan réditos económicos.

Defender la vida debe estar por encima de cualquier interés comercial. Si como sociedad nos movilizamos con pasión para proteger a los animales —como debe ser—, ¿cómo no vamos a actuar con igual o mayor fuerza por la vida de nuestras familias, amigos, vecinos y conciudadanos?

Esta es una causa colectiva. Hoy puede ser otro. Mañana, cualquiera de nosotros. Hoy por ti, mañana por mí. Muchas gracias. Final del formulario

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