domingo, 28 septiembre 2025
Por: Anibal Charry González
Un ciudadano colombiano residente en los Estados Unidos, expresaba su admiración por el discurso pronunciado por el presidente Petro ante la ONU, destacando la siguiente oración: “No hay raza superior, ni pueblo elegido por Dios, ni Estados Unidos o Israel. Solo ignorantes fundamentalistas de extrema derecha piensan así. El pueblo elegido de Dios es toda la humanidad”. Este solo aparte, que ha sido destacado en todo el orbe, es suficiente para considerar como épico, que es un adjetivo que describe algo grandioso, genial o muy intenso en la actualidad según la IA, no puede confundirse con la épica como género literario referido a la poesía que relata los actos heroicos de la antigüedad, para que no se considere como hiperbólico el sustancial discurso de Petro que le ha valido el reconocimiento mundial como líder, que irrita en grado sumo a sus opositores criollos que en su ceguera de odio sectario nada le reconocen a nuestro presidente.
Porque lo que hizo Petro, consciente de lo que representa una intervención ante este foro del mundo para condenar el genocidio de Netanyahu frente a una ONU impotente para frenar su actitud criminal, procesado en su mismo país por soborno y fraude –¿no nos suena familiar aquí?- y con orden de captura de la CPI por crímenes de guerra y de lesa humanidad al utilizar el hambre para exterminar al pueblo palestino; y el apoyo directo de Trump y de buena parte del mundo con su cobarde silencio cómplice, de quien además pidió que fuera procesado por los ataques a las embarcaciones venezolanas asesinando sin derecho a la defensa a personas que bien podían ser colombianos acusándolos de ser narcotraficantes, solo puede ser considerado como épico y valiente al ser pronunciado en la misma tierra de Trump, que lo descertificó solo por razones ideológicas en la lucha perdida contra el narcotráfico, que es, como lo dijera un lúcido analista, una ramificación del capitalismo.
Por eso quienes cuestionan a Petro por su discurso haciendo alarde de excelsa oratoria sin partitura, como hoy se lo reconocen en el mundo por la profundidad y sustancia de sus intervenciones, quedan literalmente en ridículo con su odio sectario, al sostener mezquinamente que de nada sirvió para nuestro país porque no fue a arrodillarse ante el imperio hablando de exportación de aguacates y café, cuando sirvió para tratar de hacer conciencia en un mundo de exterminadores, de que el pueblo elegido por Dios no es solamente Israel o los Estados Unidos, sino la humanidad entera.
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