Por: Miguel Angel Trujillo

José ‘Pepe’ Mujica, exmandatario de Uruguay, falleció a los 89 años debido a un cáncer de esófago avanzado. Su legado político y personal resuena en toda América Latina.

José ‘Pepe’ Mujica, quien lideró Uruguay entre 2010 y 2015, murió este 13 de mayo en su hogar en Montevideo. La confirmación vino por parte del presidente Yamandú Orsi, quien expresó su profundo pesar ante la pérdida de uno de los líderes más queridos y respetados de la región. Mujica, conocido por su humildad y su compromiso con los desfavorecidos, había anunciado previamente que su salud estaba deteriorada y que había decidido no someterse a tratamientos invasivos.

El expresidente, que también fue un exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, dejó una marca indeleble en la política uruguaya y mundial por su estilo de vida austero y su filosofía de vida centrada en la simplicidad y la solidaridad. En una de sus últimas entrevistas, Mujica reflexionó sobre su vida y su cercano final con serenidad y aceptación, diciendo que el "guerrero tiene derecho a su descanso".

Las circunstancias de su muerte fueron tan discretas como la vida que eligió vivir. Rodeado de su familia y amigos cercanos, Mujica pasó sus últimos momentos en la tranquilidad de su chacra, lejos del tumulto político. Su esposa, Lucía Topolansky, y otros seres queridos estuvieron a su lado, compartiendo recuerdos y apoyo mutuo.

La muerte de Mujica no solo representa la pérdida de un exlíder nacional, sino también el fin de una era de liderazgo caracterizado por la integridad y la defensa de los derechos humanos. Su enfoque en políticas sociales y su rechazo al materialismo excesivo han inspirado a generaciones dentro y fuera de Uruguay. El legado de Mujica desafía a la región a continuar luchando por la justicia social y la equidad, valores que él encarnó hasta el final de sus días.