Fecha de publicación: 2024-07-29 09:12:28
El lunes pasado, durante un diálogo en Global Stereo, Don Arnoldo Barrera Cadena y el psicólogo Erik Caldon hablaban sobre los tres filtros de Sócrates en relación al chisme y la mentira. Sócrates, uno de los grandes filósofos de la antigua Grecia, fue maestro de Platón, quien a su vez enseñó a Aristóteles.
2024-07-29 09:12:28
En la emisora, nos instaban a reflexionar antes de hablar, recordándonos las tres preguntas fundamentales que Sócrates planteaba: ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Es útil? Estos filtros nos ayudan a evitar malentendidos y a comunicarnos de manera más efectiva.
La anécdota cuenta que un discípulo se acercó a Sócrates y le dijo: "¿Sabes lo que escuché acerca de un amigo tuyo?" El filósofo respondió: "Antes de que hables sobre mi amigo, aplicaremos tres filtros a esa información".
1. Filtro de la verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decir es cierto?
2. Filtro de la bondad: ¿Es algo positivo lo que vas a decir de mi amigo?
3. Filtro de la utilidad: ¿Es útil para mí?
En resumen, Sócrates nos enseña a ser más conscientes de nuestras palabras y a aplicar estos filtros antes de hablar. Si lo que vienes a decirme no sabes si es cierto, no es bueno, y no me es útil, para que decírmelo?, si no supera los tres filtros es mejor sepultarlo en el olvido.
Con este tema me hizo recordar el juego del teléfono roto y un clásico de los libros de primaria. "El pollito Chiroso" o "El pollito exagerado" es un cuento popular infantil que nos enseña una valiosa lección que narra sobre las mentiras de un pollito. Está es la historia:
Había una vez una gallina con doce pollitos. Un día, los sacó al jardín para que buscaran comida. El más pequeño de los pollos se quedó atrás y una hoja de árbol le cayó en la cola. Asustado, corrió hacia su mamá y le dijo que el cielo se estaba cayendo. La gallina, preocupada, decidió avisar al gallo, quien a su vez informó al pato y el pato al búho. Todos estaban alarmados y decidieron contarle al perro. El perro, medio dormido, preguntó cómo lo sabían, y la cadena de información llegó hasta el pollito, quien afirmó haberlo visto con sus propios ojos.
Una zorra que oyó la conversación les ofreció su cueva para que se escondieran del supuesto peligro del cielo cayendo. Sin embargo, el pollito más pequeño logró escapar y corrió dónde el perro, este estaba cansado de mirar al cielo y lo alertó de que la zorra quería comérselos. El perro detuvo a la zorra, y al ver los colmillos del perro, la zorra huyó. Así, el pollito exagerado aprendió que no siempre debía creer en todo lo que veía o escuchaba. ¡Una valiosa lección sobre la importancia de no exagerar!
He aquí como un rumor donde no se aplicaron los filtros, causaron problemas tanto a quien las dice como a quien las creen. En realidad, el relato encierra una enorme lección sobre el miedo y la supersticion, para caer en manos de zorros, símbolo de la astucia, personajes que se aprovechan para lograr perversos propósitos. Algo muy vigente en el día de hoy
En nuestra niñez o preadolescencia, solíamos sentarnos con chicas y chicos en los andenes de las casas para contar historias, relatar la última película o el último partido, o simplemente descansar después de un juego. A menudo, jugábamos al teléfono roto, una actividad que exploraba las distorsiones en los mensajes. La dinámica era sencilla: la primera persona escribía un mensaje y lo transmitía al oído en voz baja al siguiente participante. El mensaje pasaba de esta forma hasta llegar al último, quien revelaba en voz alta lo que había escuchado. Siempre el resultado difería significativamente del mensaje original, demostrando que lo que decimos no siempre se interpreta igual. Aprendimos que los chismes no son buenos y que debemos evitar hablar mal de otros, especialmente si no tenemos pruebas de lo que decimos. Claro que lo jugábamos por simple diversión, una actividad que disfrutábamos mucho
La fabula del pollito Chiroso y la dinámica del teléfono roto son excelentes para evidenciar lo fácil que se distorsiona la información.