Elegia a Omar Geles: Parte II

Fecha de publicación: 2024-07-07 11:49:38

Elegia a Omar Geles: Parte II

Tras la sorpresiva muerte de Omar Geles, el pasado mes de mayo, escribimos nuestra columna de opinión, en su memoria, anunciando dos entregas, para referenciar su vida y obra en el folclor y la música vallenata.

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2024-07-07 11:49:38

 

 

Sosteníamos que algunos miembros de la crítica vallenata, definían a Omar Geles, como un Juglar contemporáneo, porque en él se reunían las tres características de acordeonero, compositor y cantante; características propias de los juglares clásicos del costumbrismo Vallenato; por supuesto que con formas, digitación, anecdotario y letras de sus canciones, acordes a una realidad, gustos, cultura y costumbres, diferentes a las que vivieron y difundieron los juglares antiguos que dieron gloria a nuestro folclor y la música vallenata, en su auténtico ruralismo vernáculo, que poco a poco se fue extinguiendo, por la visión citadina de lo que hoy, equivocadamente se considera vallenato. No les falta razón, a quienes sostienen que, en materia musical, todo tiempo pasado fue mejor.

 

Para referirnos a la juglaría clásica costumbrista y a la música de acordeón, como se llamaba en los años cincuenta o sesenta, es paso obligado la leyenda de Francisco el Hombre (Francisco Moscote Guerra), un personaje fascinante y mítico, originario del corregimiento de Machobayo (algunos dicen que nació en Galán y otros dicen que en Cotoprix), puebluchos cercanos a Riohacha en la Guajira; considerado el primer gran juglar de la música vallenata, y quien logró derrotar a satanás, tocando y cantando el credo al revés.

 

Francisco Moscote era una especie de cacharrero que andaba de pueblo en pueblo, montado en una burra o en una mula,  vendiendo sus baratijas; y aprovechando que interpretaba diestramente el acordeón que había comprado de los primeros que llegaron a la Guajira, se convirtió en una especie de razonero encargado de llevar y traer mensajes y noticias en toda la región, a manera de cantos, amenizados con el acordeón; actividad que ejercía de día y de noche y por la cual recibía centavos que le entregaban en agradecimiento, los remitentes y beneficiarios de sus razones. El mar, tiene una influencia determinante en las historias de aquella región y en la mismísima música vallenata.

 

De esa genuina y apasionante actividad de razonero o correveidile desarrollada por Francisco el hombre en toda esa región, incluida la zona bananera, es que comienza a tomar fuerza lo que se conoce como música vallenata; música nativa del valle de los Chimilas, que dio origen al estilo costumbrista de la música vallenata, que más tarde adoptó el maestro Rafael Escalona Martínez, heredero sobresaliente y directo de Francisco el Hombre, que  también mandaba razones por medio de sus canciones, que tanto hemos tarareado, teniendo como destinatarios a la vieja Sara, a su amigo Emiliano Zuleta, Poncho Cotes y hasta los gerentes de los Bancos de la época, que le prestaban dinero a Escalona para cultivar algodón y éste a través de una canción, les informaba que la cosecha de algodón se había perdido, y lograba que los gerentes encantados con su mala noticia cancionera, le castigaran la cartera y hasta le volvieran a prestar dinero para cultivar. Esa práctica y forma, también la asumieron otros juglares de antaño, como Chema Gómez, en su emblemática obra el Compae Chipuco. De toda esa forma de expresión cultural y folclórica, nace también el estilo de componer en décimas, que dio nacimiento a la piqueria que es una forma respondona, de sacar recíprocamente versos entre amigos y contertulios, al estilo vivido por Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales, relatado en la Gota Fría.

 

Confrontando la vida y obra de Omar Geles (q.e.p.d.) con el relato de juglares del vallenato raizal, que acabo de comentar; es una buena oportunidad, para discutir si al negro de oro, le cabe el título de juglar contemporáneo o no; pues en los relatos de los juglares costumbristas, cubren desde canciones a la naturaleza, los ganados, los amigos, el amor a las mujeres, las tareas y anécdotas cotidianas, entre tantas cosas que se pueden decir de éste género; mientras que la obra de Omar Geles, esta soportada mayoritariamente en el amor y el desamor en torno a las mujeres, bien por experiencias propias, bien por historias y experiencias ajenas, o bien, porque se atienda un pedido para componer una canción en especial; todo lo cual hacia con maestría, sensibilidad, coherencia y gran contenido, este monstruo de la composición.

 

De mi parte me quedo con el vallenato clásico costumbrista, porque ese es el vallenato verdadero; así en algunas ocasiones se nos diga que el vallenato clásico es para viejos; expresión que no molesta, porque sabemos que ellas son producto de nuestra miseria cultural o que provienen de personas que no conocen lo que folclórica y culturalmente representa la música vallenata.

 

Alguna vez invite a una señorita a bailar y se negó rotundamente a aceptar mi invitación. Me dijo la hermosa joven: “Richard, yo no puedo salir a bailar con usted, porque primero, usted es un hombre casado y segundo, a mí me gusta bailar al estilo perreo, y a usted le gusta bailar Carmen de Bolívar o vallenatos viejos”. ¡Cójanme ese trompo en la uña!

 

 

 

 

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