Por: Enrique Ramírez - Fecha de publicación: 2025-04-14 11:56:04

UNA SEMANA DE REFLEXIÓN.

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2025-04-14 11:56:04

Esta semana, tiene un profundo significado: es un tiempo de reflexión, ayuno, oración y alegría pascual, que une la fe y las tradiciones de diversas culturas.

Para los cristianos, representa una oportunidad para reflexionar sobre el sacrificio de Jesús y reafirmar su compromiso personal con Él. Es un momento dedicado al perdón y la renovación espiritual.

Por esta razón, se invita a reflexionar detenidamente, analizando las consecuencias de nuestras acciones y los propósitos que guían nuestra vida. En el contexto espiritual, es un llamado al arrepentimiento y la gratitud, así como a meditar en las enseñanzas sagradas con el objetivo de fomentar el crecimiento personal y espiritual.

Además, es una ocasión para hacer una pausa y evaluar el camino recorrido, con el propósito de fortalecer la fe y tomar decisiones alineadas con nuestras creencias y valores.

No soy profundamente religioso, pero estoy adaptando el refrán "para dónde va Vicente, para dónde va la gente". No lo interpreto como conformismo, ni como seguir la corriente. Más bien, me permite reflexionar sobre cómo actuamos como sociedad: dónde está la gente, ahí está Vicente, para cuestionar hacia dónde nos dirigimos como humanidad.

Estos días nos brindan una oportunidad única para reflexionar, no solo sobre la fe, sino también sobre nuestro papel en el mundo. ¿Qué está ocurriendo como sociedad? ¿Qué rumbo estamos tomando como especie? ¿Nos dirigimos hacia un futuro más consciente?
En algunos países del mundo, la Semana Santa no se celebra debido a la diversidad de religiones. Sin embargo, esta es una festividad cristiana que las distintas confesiones conmemoran con enfoques diversos.

Comenzó la Semana Santa, una conmemoración anual de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, el evento central del cristianismo. Ayer, Domingo de Ramos marco el inicio de la semana, recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
En ella se vive una mezcla de penitencia y gozo, con ritos, procesiones, misas solemnes y tradiciones culturales. El Jueves Santo se celebra la Última Cena, momento en el que Jesús instituyó la eucaristía y el sacerdocio. El Viernes Santo es un día de luto, en el que se recuerda la crucifixión y muerte de Jesús.
El Sábado Santo está marcado por el silencio y la espera ante el sepulcro, culminando el próximo Domingo de Pascua, la fiesta más alegre que proclama la victoria sobre la muerte: la Resurrección

En nuestra juventud, las costumbres eran mucho más estrictas que en la actualidad. Durante esta época, prácticamente toda actividad cotidiana se paralizaba para dedicar los días al recogimiento espiritual, la oración y los rituales eclesiásticos.

Las procesiones constituían el corazón de la Semana Santa. Las calles se llenaban de feligreses, mientras las imágenes eran llevadas en andas. Era común, las familias reunidas para asistir a estas ceremonias, y las emisoras de radio transmitieran exclusivamente música sacra y mensajes religiosos.

Reír o escuchar música festiva estaba mal visto. Los niños aprendíamos a respetar este tiempo, ya que los valores de fe y tradición eran pilares fundamentales en la sociedad de entonces.
Para finalizar, que tú fé llene tu vida de esperanza y amor.

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