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Opinión

domingo, 13 julio 2025

¿Turismo una oportunidad para el Huila?

Por: Admin

El Huila atraviesa un momento clave para consolidar una apuesta económica que, bien gestionada, podría diversificar su desarrollo: el turismo. Rutas como Neiva–La Tatacoa–Rivera–Betania, o el nuevo eje cafetero en el sur del departamento, tienen un potencial enorme para atraer visitantes interesados en el patrimonio cultural, la biodiversidad y la oferta diversa de paisajes. Sin embargo,como en cualquier apuesta económica, es necesario evaluar con seriedad la oferta ambiental y social del territorio frente a la demanda del negocio turístico.

Las recientes inundaciones en el departamento del Huila a lo largo del rio Magdalena nos muestran la vulnerabilidad del territorio, que es tambien la vulnerabilidad del sector turístico, frente a las represas del Quimbo y Betania operadas por la multinacional ENEL que alteraron playones, meandros y la dinámica hídrica que permitian disipar la fuerza y los volumenes de los caudales del rio Magdalena en épocas de lluvias intensas como las que estamos viviendo.

Dificilmente un turista querra venir al Huila con dos represas abriendo compuertas para liberar grandes cantidades de agua sin ningún plan de contingencia y a sabiendas que en esas condiciones el rio Magdalena representa una gran amenaza por riesgo natural.

Además de lo anterior, es necesario aprender de otros ejemplos en Colombia y el mundo donde el turismo mal planificado ha generado más problemas que beneficios. Basta ver lo que ocurre en Medellín, donde un modelo turístico de enclave, desarticulado de la economía local, ha contribuido al aumento de fenómenos sociales como la prostitución, el desplazamiento de residentes y la fragmentación del tejido comunitario.

Por eso, si el turismo en el Huila se convierte en un sector que opera por fuera de la economía campesina y de las estructuras sociales existentes, además sino tiene una estrategia de protección del territorio podría terminar replicando las dinámicas extractivas del petróleo: dependencia económica, debilitamiento de otros sectores productivos, concentración de riqueza y vulnerabilidad ante choques externos.

Pero esto no significa renunciar al turismo. Al contrario, con conciencia de los riesgos y políticas públicas adecuadas para neutralizarlos, el turismo puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo territorial. La clave está en articularlo con la defensa del territorio, los saberes locales, la producción campesina, la investigación científica, el fortalecimiento de empresas comunitarias y el desarrollo de tecnologías propias. Así, lejos de desplazar o sustituir otras economías, el turismo puede generar encadenamientos productivos que beneficien a muchos sectores y que impulsen una economía popular y solidaria.

El turismo, entonces, no debe pensarse como un fin en sí mismo, sino como una estrategia más dentro de un modelo de desarrollo integral. Esto implica poner a las comunidades en el centro de la planificación, evitar el despojo cultural y garantizar que los beneficios se distribuyan de forma equitativa. Significa también reconocer que sin justicia ambiental, sin protección de los ecosistemas hídricos y sin soberanía territorial, no hay turismo sostenible posible.

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