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Opinión

domingo, 6 julio 2025

¿Qué es, entonces, Colombia, y que somos los colombianos?

Por: Admin

Esa pregunta la formulo a quienes han dirigido, o manejado, u orientado, o conducido el país. Este país llamado Colombia, habitado por colombianos. Y esos verbos los planteo porque creo que ningún colombiano tiene certeza sobre si lo hecho por esos personajes ha sido dirigir, manejar, orientar o conducir el país. O nada de lo anterior. O todo lo contrario. Porque tras lo acontecido en los últimos días, pareciera que a Colombia la han conducido, o dirigido, o manejado u orientado personajes que desprecian a Colombia y a los colombianos. Que han estado ahí, al frente del Estado, o apoderados del Estado, no para orientar o dirigir el país, por el bien de este y de sus habitantes, sino para servir a intereses foráneos, con los cuales sienten mas seguros sus propios y mezquinos intereses. Y eso explicaría por qué Colombia es como es, y los colombianos vivimos las condiciones que vivimos. Explicaría por qué somos el tercer país mas desigual del mundo, por qué los altos niveles de injusticia producto de que el aparato de justicia es su aparato de justicia para solo investigar y condenar a los de ruana, es decir a los pobres y marginados, por qué la educación es segmentada, la privada para las élites y la pública para los pobres, y por qué la salud solo funciona también para los ricos mientras los pobres sufren la agonía con la esperanza de un médico, un tratamiento o un medicamento, antes del lamento final. Lo anterior es lo que tenemos, lo que nos han heredado, dejado como resultado de su gestión, esos personajes a los cuales les formulo la pregunta. Y por qué creo que estos personajes desprecian a Colombia y a los colombianos? Porque todos vimos, escuchamos, fuimos testigos de su reacción ante el cuestionamiento a Trump por parte de Petro. Su reacción fue parecida a la de fanáticos religiosos ante el cuestionamiento a su dios. En Gaza matan niños sin piedad y nunca estos personajes reaccionan para decir cualquier cosa. Pero cuando interpelan o cuestionan a Trump, máxime si lo hace Petro, les parece una blasfemia. Y por eso entonces han hecho lo que han hecho: irse a Estados Unidos a implorar perdón y ayuda para desmontar del poder al que se ha atrevido a blasfemar al dios Trump. Y lo han hecho en fila, unos detrás de otros, con la dignidad propia de estos dignos, es decir, de rodillas. Y los que no han podido ir, por miedo a que los detengan o les nieguen la visa por sus vínculos familiares o empresariales con el narcotráfico o el lavado de activos, o por miedo a que en el avión lo confundan con un auxiliar de maletas, como sucede con el senador que quisiera no solo ser blanco sino sajón o por lo menos gringo, optan por enviar cartas hablando mal del país, pidiendo castigo para este, para el país, y para los colombianos que se han atrevido o atreven a blasfemar al dios gringo. ¡Que tristeza de personajes que hemos tenido liderando o conduciendo a Colombia, o haciendo parte de sus órganos de Estado! Producen vergüenza no solo por estas actitudes, sino porque las mismas son producto de su mediocridad, de su ineptitud, de su incapacidad de comprender lo que significa construir un país, una nación, en un contexto de relacionamiento respetuoso con otros países y naciones. No comprenden que el mundo ha cambiado, está cambiando y la geopolítica de hoy es distinta porque otros países han emergido al lado de la única potencia que creyeron que existiría para siempre para protegerlos a ellos con sus intereses y aspiraciones. Ese mundo es que el está cambiando y estos personajes jamás se enteraron porque sus saberes se reducían a intrigar para controlar el Estado e imponerse sobre los demás. Y lo peor es que han sido estos los que han gobernado a Colombia y quieren seguir gobernándola. Y para ello se apoyan en quienes pueden ayudarlos en Estados Unidos que son igual a ellos: traidores de eso que llaman patria pero desprecian, puesto que su única patria soñada es la gringa, pero invocan el término de patria para justificar los bloqueos, o invasiones, complots o asesinatos de los presidentes de los países de origen de los que no aceptan ni su origen ni el color de su piel. Ahora entiendo por qué los discursos de Martha Lucía solo se soportaban durante un minuto, y a Polo indígenas y afros se disputaron el otorgamiento de su aval, los primeros sugiriéndole que se lo pidiera a los segundos, y estos lo contrario.

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