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Opinión

viernes, 7 febrero 2025

Presidente Petro, el Consejo de ministros y su responsabilidad regional

Por: Alfonso Vélez Jaramillo

La inédita sesión del Consejo de ministros, que el presidente Gustavo Petro ordenó llevarse a cabo en vivo por televisión, sirvió mucho a la sociedad colombiana.
¿Para que sirvió?, para mostrar cómo está el gobierno por dentro y por fuera, y para que el ciudadano de a pie esté al corriente de cómo se manejan los temas en la Presidencia de la República.
Qué bueno que hicieran una reunión similar del gobierno nacional, los partidos que representa y sus voceros políticos en los departamentos y municipios, para examinar los planes y programas, que no se notan.
Aquí en el Huila, a propósito, solo se habla de posibles candidatos a corporaciones públicas, de la congresista Leyla Rincón, de dos personajes Armando Cuellar Arteaga y Abel Fernel Sepúlveda, como sus voceros y todo el mundo dice que ahora ni contestan los teléfonos, razón por la que no se sabe que han hecho.
Si no se recompone, me atrevo a afirmar que la derrota en las próximas elecciones en el Huila será muy notoria.
Volviendo al tema Consejo de ministros, sirvió, para saber quiénes saben de la responsabilidad, de sus funciones y los alcances que le otorgan las competencias del cargo al ministro.
Especialmente, la mesura que deben observar durante su desempeño, o si tienen intereses personales o partidistas, inclusive, si al menos, responden al trabajo en equipo, como debe ser.
Además, paradójico, sirvió para que la organizada oposición al actual gobierno, a través de sus propios medios de comunicación, pudiera disparar de una manera certera.
Fue un apetitoso caldo de cultivo que generó las condiciones y el ambiente propicio a los modernos “tirios y troyanos”, cuya actitud contra el gobierno, toma ribetes verbales dramáticos altamente violentos, peligrosos para la calma del país.
Muy pocos medios se dedicaron a ilustrar a la ciudadanía sobre el origen, las funciones, la importancia y la fuerza vinculante o no de un Consejo de ministros, así como las responsabilidades sociales y jurídicas de sus integrantes hacia el futuro, por las decisiones corporativas que se tomen.
Sin exagerar, en radio, prensa y televisión solo entrevistaron a conocidos enemigos de Petro y de su gobierno, para que lanzaran dardos, claro, con algunas excepciones.
Otros más resueltos, se vinieron con ráfagas de artillería pesada. Sin exagerar, daba la impresión que si estas hubieran estado cargadas con nitroglicerina, unos de los componentes de la dinamita, hasta habrían podido tumbar el palacio de Nariño, para sacar al presidente y sus ministros.
Por asuntos de seguridad nacional, el contenido de las deliberaciones del Consejo de ministros en Colombia, deben ser “absolutamente reservadas”.
Según el artículo 9º, de la Ley 63 de octubre 17 de 1923, “…y no podrá revelarse ni el nombre del ministro a cuyo estudio haya pasado cada asunto materia de consulta.”
Hay temas específicos de seguridad para salvaguardar la integridad y la estabilidad nacional, la economía, el orden público, el interés agrario o político que debe manejar el Consejo de ministros con la mayor discreción, pero igual, debe tenerse en cuenta que la citada norma tiene más de 100 años.
Es una norma es de solo 10 artículos. Es cierto, su desconocimiento no exime de la responsabilidad, pero igual algunos de esos artículos de la ley pueden ser ya anacrónicos para su aplicación.
Lleva más de un siglo, y el sistema político ha tenido cambios profundos, por ejemplo, en el manejo del país, Colombia, es una Estado Social de Derecho, sigue siendo capitalista, pero ahora es de apertura social y democrática.
Insoslayable que las actividades del gobierno tengan publicidad, así puede controlarse la acción de camarillas dedicadas a ejercer soterrado control y a desangrar y substraer los recursos del erario, inclusive para cometer toda clase delitos contra administración pública.
Sorprende que los ministros en el citado consejo, con autoridad para resolver con sus votos asuntos legales, se haya dedicado a solo a tocar y resaltar enemistades personales y a comunicarle al presidente que no trabajarían con la nueva canciller Laura Saravia y Amando Benedetti, jefe de gabinete, las dos más importantes posiciones del gobierno, por su cercanía con el presidente.
Si no están de acuerdo, renuncien, pero no pueden manipular al presiente públicamente ni llenar de incertidumbre a quienes siguen esperando los cambios.
Los ministros son funcionarios de libre nombramiento y remoción, al presidente Petro, en este caso, la ley le permite tomar decisiones relacionadas con actos políticos o de gobierno, puede remover a los ministros, inclusive a Francia como ministra de la equidad, pero no como vicepresidenta, ella fue elegida para ese cargo.
El presidente de la República, simboliza la unidad nacional como jefe de Estado, jefe de Gobierno y suprema autoridad administrativa, es el mandatario y los demás funcionarios son sus subalternos, y si no están de acuerdo, tampoco es bien visto que públicamente pongan las condiciones, especialmente a través de los medios.
Aquí no estoy defendiendo a la Canciller Laura Saravia, ni a Armando Benedetti, jefe de gabinete, algo tendrán para que haya consideración del mandatario para con ellos.
Tampoco creo conveniente que por esos nombres el gobierno siga “dándose la pela”, sosteniendo escándalos amplificados por la corte mediática de la oposición, que no le perdona una a Petro ni a sus funcionarios y con notoria proclividad, registra con malicia, uno a uno y raya por raya los movimientos del gobierno.
Presidente Petro, excesiva democracia le hace daño a su gobierno, como ha sucedido con los procesos de paz total, la bandera de su administración.

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