domingo, 31 agosto 2025
Por: Admin
El mas reciente informe del Observatorio de Universidades de Colombia dejo develada una realidad dolorosa: la mayoría de las universidades regionales obtuvieron calificaciones muy bajas, y en el Huila ninguna supero los 50 puntos, un promedio mediocre frente a otros centros de educación superior en el pais.
El diagnostico es claro: la politiquería, la corrupción y la mediocridad administrativa ha degradado nuestras universidades al punto de poner en riesgo el futuro de generaciones enteras. La Surcolombina del Huila, de un tiempo para acá, ha estado al servicio de clanes politiqueros del departamento y su vigencia amenaza con colapsar.
Los primeros afectados son los estudiantes. Jóvenes con talento se ven obligados a recibir clases dictadas muchas veces por docentes escogidos por recomendación política y no por méritos académicos. Al final de sus estudios obtienen un título con escaso reconocimiento, que poco aporta a su competitividad laboral.
Las familias, que con enormes sacrificios sostienen sus estudios, reciben como retribución la frustración de ver a sus hijos condenados a un futuro incierto.
Universidades politizadas y presas de la corrupción, son universidades débiles y se convierten en un lastre para toda la region. Sin investigación, sin innovación, el Huila pierde capacidad de atraer inversión, se frena el desarrollo económico y se le condena a la fuga de talentos, pues los mejores estudiantes emigran hacia otras universidades, en otras ciudades o países, dejando vacío de liderazgo y conocimiento en su comarca.
Hago un llamado a los estudiantes a no resignarse, a que se organicen para exigir calidad, transparencia en los procesos de nombramientos, para que la universidad no continue siendo un botín electoral.
La ciudadanía también juega un papel crucial. Evitar a toda costa que la universidad pública continue siendo presa de clanes políticos y de la corrupción. La sociedad debe vigilar, exigir rendición de cuentas y debe respaldar procesos que busquen excelencia académica.
Si queremos un departamento competitivo, con oportunidades y futuro, debemos comenzar por liberar la educación superior de la politiquería que la carcome.
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