El empresario compra-ventero Miller Vargas Valenzuela, con unos 72 años de buena vida, soporta una nueva ‘condena’ al aislamiento, luego de ser atracado en serie por fleteros y por indigentes en la zona céntrica.
Se trata de hechos recientes ocurridos en inmediaciones de la calle 10, en dirección al río Magdalena, casi que en las propias barbas de los vigilantes de la alcaldía de Neiva, y del mismo alcalde, si se quiere. Como están hoy las cosas en esta capital, el asunto puede ser de vida o muerte para él, así de sencillo…
Los rufianes parecen coincidir en sus ataques contra la integridad del señor Vargas, quien resultó herido en uno de estos lances a manos de un habitante de calle con acento venezolano, ‘extranjero’, de unos 40 años, en compañía de una mujer de 20, muy joven.
Tras superar el encerramiento obligado por el Covid 19, la violencia de las calles de la ciudad en su vecindario (aunque se riega ya por el casco urbano), dice el denunciante, lo tiene al borde de un ataque de nervios y lo obliga a volver compulsivamente, temprano, a las cuatro paredes de su casa en el barrio Los Mártires, a la altura de la calle novena.
Durante muchos años, su noche comienza a las seis de la tarde cuando cierra su negocio y transita por el microcentro religiosamente, moviéndose por la carrera quinta desde al Parque Santander hasta la calle 21 para luego regresar a su casa hacia las nueve de la noche.
En uno de sus recorridos habituales, de vuelta, a la hora acostumbrada, frente al Hotel Pacandé fue abordado por una pareja de indigentes que, de pronto, le salió al paso y le solicitó dinero.
No contento con la moneda de 200 pesos que les dio como respuesta, el individuo al frente de la acción pordiosera planteada, en la oscuridad del escenario, manifestó su inconformidad con el monto y se abalanzó a esculcar los bolsillos de su víctima.
Tras reaccionar sorprendido, logró Miller sujetarlo con fuerza mediante sus brazos, en aplicación de una conocida llave reductora, pero pudo más la mala suerte y el sujeto lo hirió con un elemento corto-punzante, un ‘zuncho’, a la altura del brazo izquierdo, donde éste se une con la mano.
Pidió auxilio, al notar que sangraba profusamente, y varias personas del sector comercial, conocidos del gremio, se aproximaron en su apoyo para luego llamar a la policía. La pareja agresora se retiró hacia el Parque Santander y se dispuso allí a manipular una gran cantidad de basura, como si nada hubiera ocurrido, por lo que la Policía se abstuvo de ejecutar el procedimiento de captura y posterior remisión ante la justicia.
Por sus propios medios, la víctima buscó ayuda médica y asistencial en las droguerías de turno. Unos 15 días después, a las 8:40 de la noche, cuando transitaba frente a la Escuela de Los Mártires, rumbo a casa, en la misma calle 10 pero con carreras primeras, fue sometido a un atraco por parte de fleteros, muy jóvenes ellos, que estuvieron a punto de herirlo con un cuchillo, al notar que no portaba teléfono celular de marca.
Esta vez, en su billetera portaba 80 mil pesos en efectivo y su cédula de ciudadanía, que terminaron perdidos, aunque logró con ello salvar la vida, en últimas. En el acto, no lo bajaron de ‘gonorrea H.P.’, mientras lo requisaban, en medio de una agresividad enfermiza, demencial. Las cuarentenas obligatorias, los enclaustramientos y hasta los extrañamientos, se dibujan en el horizonte de los habitantes de Neiva.
Sin embargo, este informante victimizado, Miller Vargas, señala que son efectos de la crisis económico-social que vivimos y que no podemos culpar a nadie por la situación de conflicto en que terminamos metidos por la fuerza de los acontecimientos.
Asegura no estar de acuerdo con la tortura y con la muerte de los delincuentes a manos de las comunidades enardecidas, con la justicia por propia mano.
Copyright © Amsur 2023 | opanoticias.com