domingo, 3 agosto 2025
Por: Ricardo Perdomo Pinzón
El histórico logro del comité de egresados del Colegio Santa librada, para que el presidente Gustavo Petro, su ministro de educación Daniel Rojas Medellín y el director del Fondo de Financiamiento de Instituciones Educativas, Sebastián Caballero, apropiaron la suma de diez y seis mil millones de pesos ($16.000.000.000.oo) para la restauración y recuperación del Colegio Santa Librada (la inversión más grande que el gobierno Petro, haya destinado para colegio alguno en todo el país); ha revivido y alborotado el sentimiento Libraduno y se han recordado historias y anécdotas, que bien valen la pena compartir con nuestros lectores. Me referiré a mis historias, anécdotas y guardados.
En la promoción de bachilleres que nos graduamos en 1982; el profesor de ética y religión Miguel Castañeda, organizó la rifa de un Renault 4 color rojo, para que viajáramos a San Andrés Islas; y contra todos los pronósticos, el profe logró su cometido. Yo, que era un adolescente pobre y campesino de San Andrés - Tello, logré vender las boletas de la rifa y tuve el derecho de viajar a la isla, en una excursión organizada por intermedio de Neivatur de don Luis Urquijo, junto a varias jóvenes y cuchachas de la época. Mi papa un hombre con un pequeño almacencito de pueblo y sastre de profesión, sin mucho dinero disponible, me regaló $16.000 pesitos para el viaje. Mi pobre papa, estaba más estirado que el perro de Copetran; pero con su paternal apoyo, me puse feliz y arme mi maleta, para subirme a ese pajarraco que llamaba avión, al que nunca me había subido. A partir del vuelo comienzan las anécdotas de ese viaje inolvidable que relato con precisión:
- El profe Castañeda, creyendo ayudarnos a nuestra precaria economía de viaje, nos recomendó llevar limones para vender en la isla, dizque porque allá eran muy caros y se vendían muy bien. Como buen pobre y campesino rebuscador, por poco me llevo un bulto de limones para vender; idea que deseché, pensando que no era lo mismo llevar un bulto en una chiva, que en un avión, y de pronto no me dejaban subir a ese pájaro inmenso. Se hubieran imaginado ustedes, a este Libraduno engallado ofreciendo limones en San Andrés Islas y sin bicicleta?
- El compañero Edgar Cometa, en pleno vuelo y a 20.000 pies de altura, le dieron ganas de mear y se dirigió hacia la cabina del avión, creyendo encontrar el baño, y sin percatarse de lo que estaba haciendo, resultó que ese flaco buena gente, confundió la puerta del baño, con la puerta de salida del avión y comenzó a girar las manijas, como si estuviera manejando un camión, creyendo que esa era la puerta de entrada al baño; y la azafata al ver lo que hacía el travieso muchacho, le pegó descomunal grito de angustia, por lo que Cometa estaba haciendo. Tremenda equivocación de un viajero inexperto a igual que yo; que a duras penas se había montado en un bus urbano de esos de color amarillento, que nos transportaban en aquella época, de la casa al Colegio Santa Librada y viceversa. Le mamé gallo al pobre Cometa, durante varios días, por ese episodio tan chistoso.
- llegamos a la isla con mucha alegría y nos llevaron a un hotel llamado Intercontinental en aquella época. Yo, deslumbrado con tanta cosa barata que para ese tiempo se compraba en la Isla, salí un momentico a mirar vitrinas y vi que vendían guitarras y resolví comprar una en mil quinientos pesos y ahí comenzaron mis primeros pininos de músico campechano. Me fui con la guitarra para el hotel y me encontré con un coctel de bienvenida a los excursionistas, ofrecido por el hotel y en medio de la reunión, me aventuré a tocar mi guitarra y cantar con la más notoria chambonearía; porque de tocar bien, no sabía un culo!; pero mi atrevimiento fue bien recibido por los asistentes. Más de uno me ha dicho, que llevo la música en la sangre, pero que tengo muy mala circulación.
Resulta que en el hotel había un francés que se enamoró de una de las viajeras y con tal de salir con la muchacha, nos invitó a 4 parejas para ir a una discoteca y nos dijo que él pagaba la cuenta. Por supuesto que el embrión de músico, fue el primer y único invitado de los estudiantes y como buen jullero Libraduno, me pegue a la invitación sin reparo alguno; pues recordaba palabras certeras de mi abuela Chava, estando yo niño; de que “a caballo regalado no se le mira el colmillo”.
Llegamos a una discoteca llamada Relax y por haber estado huevoneando con la guitarra en el hotel, no me percate de levantar mi hembrita y me tocó por descarte, ser el parejo de la guía contratada para el tour en la isla, por parte de una empresa de turismo llamada Isla Tour. La guía era una mujer amable y atenta ella, con cuerpo señorial, pero era más negra que la oscuridad de la noche. Comenzamos a bailar todos en la pista, incluido el francés, quien bailaba entusiasmado con la pelada que había invitado y lo tenía flechado!. Resulta que el francés no bailaba ni mierda; por ratos parecía un machín de petrolera y por ratos, dependiendo de la canción, parecía un caballo galopero de esos que levantan agresivamente las manos y patas, que recorren los desfiles en las cabalgatas de San Pedro. La pobre muchacha encartada por la forma muy peculiar como bailaba su pretendiente francés, sentía pena y comenzó a esquivar al pobre francés; quien se sintió muy ofendido por los desplantes de la muchacha y aprovechando la oscuridad de la discoteca, de manera oculta y sin que nadie se diera cuenta, se escabulló de la discoteca sin pagar la cuenta.…….. Esta historia y anecdotario chévere, continuará en otra entrega, para no cansarlos y lograr el deleite total.
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