Por: Ricardo Perdomo Pinzón - Fecha de publicación: 2025-04-14 11:48:55
2025-04-14 11:48:55
Que gran dificultad escribir este artículo, en plena Semana Santa; semana obligada para vivir en mi fe, descansando en paz y tranquilidad; pero la indignación e impotencia, que nos produce semejante expresión en boca del hombre más poderoso del mundo, según se define desde hace décadas al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, nos conduce a pronunciarnos, frente a un desafuero mayor, que evidencia el desprecio por la humanidad y el aniquilamiento de cientos de millones de seres humanos de todo el mundo, que en masa, vemos afectados intereses vitales, a manos de un hombre codicioso y cínico, que es la expresión más patética de la degradación del género humano. Pareciera que estamos viviendo los últimos tiempos de la humanidad y de un imperio en decadencia plena.
Atrás quedaron los tiempos en que el mundo veía con buenos ojos a un presidente Norteamericano y la imagen generosa de un país, considerado motor del desarrollo de economías emergentes; que hoy también es víctima de su propio presidente, pues más temprano que tarde, el pueblo americano sufrirá las consecuencias económicas por las decisiones de este convicto rey de burlas, del cinismo y las mentiras, que también se ha llevado en los cachos, la estabilidad y tranquilidad de sus propios ciudadanos. Quien hoy oficia como presidente de los Estados Unidos, es una caricatura amorfa, que en los tiempos de hoy, jamás habría podido representar a un país que propios y extraños, la han dado el adjetivo de la primera democracia del mundo; título inmerecido y contraevidente, en un momento histórico en que la geopolítica mundial, navega por mares huracanados, que comprometen peligrosamente la estabilidad, el equilibrio y la paz mundial.
Aplicando la vieja frase bíblica, de que “por sus frutos los conoceréis”, no podríamos denominar como la primera democracia del mundo, a un país, cuya sociedad, a sabiendas de lo que hacía y conociendo al personaje en cuestión; haya decidido elegir a un bárbaro como presidente, para que a través del poder del Estado y los instrumentos del imperio, puestos a su disposición, se empeñe en conturbar los equilibrios del mundo y acabar con la paz mundial, aniquilando a cientos de millones de seres humanos, de la mano de unos mercaderes, que solo rinden culto al capitalismo deshumanizado.
Que Trump, en macabra burla criminal, se haya atrevido a decir que más de 70 presidentes le estaban pidiendo cita para besarle el culo; es una expresión que no puede ser más dramática y demoledora para cientos de millones de seres humanos, a quienes estos presidentes nos representan; y que contrario a lo que Trump está creyendo, no deseamos basarle el que sabemos; sino darle una patada por el culo, en señal de protesta y dignidad.
No alcanzo a creer que semejante amenaza arancelaria y arbitrariedad, no genere la unidad mundial en defensa de la condición humana, por encima del poder material del dinero que representa y defiende este malogrado presidente; falta de unidad solo explicable, por la degradación de los valores y objetivos de vida del ser humano; y por el culto al capitalismo, la guerra, la ambición y el ejercicio arbitrario del poder, para avasallar y joder a los demás.
En plena diplomacia de la mentira y el cinismo sin límites, el presidente Norteamericano, se declara víctima de todo el mundo; al punto de considerar a países famélicos, como victimarios y abusadores de la primera potencia del mundo. Palabras más, palabras menos, es como decir que Haití, país pobre, por decir un solo nombre; haya estado en condiciones de abusar y someter a la villa de Gringolandia; cuando es desde sus aposentos, donde se ha decidido el futuro de la humanidad. Válgame Dios, semejante bellaquería, para justificar el abuso, al que este inefable personaje ha sometido al mundo, creyendo volver por los fueros de un imperio que ya no es.
Nota de cierre: 1. No quisiera estar en el pellejo del expresidente Uribe, Pacho Santos, la Cabal y tantos otros lameculos de Trump, que no alcanzo a mencionar; que deben estar esperando el turno para besar un agujero lleno de paja, estiércol y tripa podrida, como me lo dijera un contertulio, que no tiene límites en su lengua.