domingo, 11 mayo 2025
Por: Admin
Son muchos los mensajes del papa Francisco que pasarán a la historia y que interpelan a creyentes y no creyentes en todo el mundo. Basta con recordar aquella primera visita oficial por fuera del Vaticano, cuando, en la isla italiana de Lampedusa, el Pontífice señaló a los gobiernos de los llamados países desarrollados que los fenómenos de migración del sur global estaban relacionados con decisiones políticas y económicas que generaban pobreza y desigualdad en esta parte del planeta.
Frente a esta situación de los migrantes y las condiciones de sus países de origen, su llamado fue a no permitir la globalización de la indiferencia.
Vale la pena también recordar su visita a Colombia en el año 2017, después de que el "no" en el plebiscito por la paz hubiera ganado. Frente al Cristo mutilado de Bojayá, llamó al país entero a la reconciliación y a la cultura del encuentro como una forma de alcanzar la tan anhelada paz, y convocó a los colombianos, a través de una frase que terminó teniendo como destinatario al expresidente Álvaro Uribe, a que no perdieran "la paz por la cizaña".
El papa Francisco, con sus aportes, trascendió el plano únicamente de lo religioso y se instaló como una potente voz frente a los problemas del mundo contemporáneo.
Por ejemplo, en su encíclica Laudato Si', nos recordó que la crisis ecológica es también, a su vez, una crisis social. Que la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad no se solucionan solo con el avance de la tecnología, sino que, además, necesitan de una nueva ética que nos obligue a pensar y reflexionar acerca de que quienes más sufren las consecuencias de esta crisis ambiental no son los que contaminan, sino los más pobres y vulnerables.
Que, para poder salvar la casa común, como él le llamaba al planeta Tierra, se requiere de una ecología integral que no piense la conservación y la justicia social de manera separadas.
Hoy, con nuevo papa y al margen de si uno es creyente o no, al mundo harà falta la voz de Francisco, un líder valiente y sencillo que, con su ejemplo, se convirtió en un referente moral y ético para las nuevas generaciones, enseñándoles que se pueden librar duras peleas e implementar importantes reformas, incluso en una institución como la Iglesia católica, que estaba carcomida por los grandes escándalos de corrupción por el abuso sexual de menores y sumida en la banalidad de las ornamentas mientras el mundo se iba al traste.
Muchos podremos decir que vivimos en la época de Francisco, el primero con su nombre.
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