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Opinión

domingo, 15 junio 2025

EL NACIMIENTO DEL HUILA: UNA VISIÓN HISTÓRICA A 120 AÑOS DE SU FUNDACIÓN

Por: Ulpiano Manrique Plata

La historia de las naciones y de sus subdivisiones administrativas no se escribe con fechas aisladas ni con fríos decretos, sino con las pasiones y tensiones del espíritu humano, animadas por anhelos de autonomía, identidad y progreso. Así ocurrió con el nacimiento del Departamento del Huila, cuyo origen no fue una simple separación territorial del Tolima Grande, sino una expresión de la voluntad de un pueblo que, desde sus entrañas, reclamaba su propia voz en el concierto nacional.

Corría el agitado comienzo del siglo XX. La República colombiana, aún sacudida por los estragos de la Guerra de los Mil Días (1899–1902), intentaba reorganizar su estructura política y administrativa en medio de un país centralista, en donde el poder ejecutivo y las disputas partidistas entre liberales y conservadores definían la suerte de las regiones. Fue en este escenario que emergió la idea de dar vida jurídica y política a una nueva entidad territorial: el Departamento del Huila, cuya creación se formalizó el 15 de junio de 1905 mediante la Ley 46, firmada durante el mandato del general Rafael Reyes, figura emblemática del reformismo autoritario de la época.

La gestación de esta separación respondió no solo a razones geográficas y administrativas, sino a una necesidad sentida de consolidar una identidad regional propia, diferenciada de la hegemonía de Ibagué. Neiva, Gigante, La Plata y Pitalito no eran simples corregimientos del centro tolimense; eran núcleos de vida social, económica y cultural que sentían el peso de un centralismo ajeno a sus aspiraciones.

Entre los grandes promotores de esta causa debemos exaltar a hombres visionarios y comprometidos con el porvenir de su tierra, como Rafael Puyo Perdomo, quien tuvo el honor de convertirse en el primer gobernador del nuevo departamento. Su administración, más allá de los formalismos protocolarios, estuvo orientada a construir las bases institucionales del Huila, a organizar los poderes públicos y a impulsar una economía devastada por las guerras, pero rica en potencial humano y natural. A él le sucedió el General Ulpiano Manrique Huergo, segundo gobernador, también pionero en consolidar la administración departamental, propiciando un espíritu conciliador entre liberales y conservadores, que en ese momento compartían la idea de una región autónoma y próspera.

El nacimiento del Huila, entonces, no debe entenderse como una ruptura, sino como una afirmación. Fue la afirmación de una geografía humana dotada de riqueza cultural y de una historia que reclamaba su espacio propio dentro del marco nacional. Así lo entendió también la Academia Huilense de Historia, cuyos esfuerzos investigativos a lo largo del siglo XX y XXI han permitido reconstruir con rigor y pasión la memoria de la región. Sus académicos han sido guardianes del legado ancestral, desde los pueblos indígenas hasta la conformación de la república, pasando por la vida colonial y los procesos de emancipación.

La Historia General del Huila, compilación esencial para entender el devenir regional, ha registrado con exactitud el conjunto de dinámicas políticas, económicas y sociales que han definido estos 120 años de vida institucional. Gracias a ella sabemos que la historia del Huila no es solo la de sus gobernantes, sino la de sus campesinos, sus arrieros, sus caficultores, sus poetas y sus educadores, que con su trabajo silencioso y digno han edificado una patria chica, fuerte en sus convicciones y rica en su diversidad.

Hoy, al cumplirse 120 años de esta epopeya silenciosa, debemos mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con compromiso. Que la memoria de Puyo Perdomo, Manrique Huergo, Olegario Rivera y tantos otros, inspire nuevas generaciones a continuar forjando una región que, sin negar su pasado, sepa construir su futuro. OK

 

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