Desbandada animalesca en el Huila

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Desbandada animalesca en el Huila


Los que somos sensibles al tema animal –incluso animalistas temporales, y en algunos casos, permanentes (como nos sucede con la avifauna de Neiva)- observamos asuntos preocupantes sobre la vida de estos hermanos menores.

Nos ocupa hoy el entorno de los perros, que muestra algunas modificaciones en el devenir del presente milenio. Son ellos, hasta el momento, unos especímenes propios de lo no humano, individuos convivientes y sintientes, capaces de desarrollar actos de una inteligencia asimilable al pensamiento del hombre y a la misma acción de supervivencia y dominio en el territorio. Bien: muy cerca de nosotros, en muchos vecindarios y parajes terrestres, se registra una superpoblación de caninos nunca antes vista (casas y apartamentos, unidades familiares, que alojan hasta tres perros per cápita en un encierro sofocante y traumático), con un trasfondo de negocios asociado a la raza del ejemplar, sea para ellos o para los veterinarios. Este último hecho es condenado por los animalistas, que prefieren la adopción de los canes en abandono en lugar de la comercialización desenfrenada de los cachorros de raza por motivos del interés económico reinante en el sector. La situación llega ahora a límites insospechados, pues el concierto diario de estas jaurías es inaguantable en cuanto alcanza días y noches interminables para el oído humano, debido a su calidad de contaminación por ruido. Al tiempo que los dueños de muchos animales en cautiverio urbano pasean a sus mascotas en las calles, la reacción de los demás perros encerrados no se hace esperar. Es difícil para los residentes afectados adelantar actividades cotidianas en medio del escándalo. El estrés y su influjo en la salud cardiaca, amén de la sordera, registran una incidencia en aumento, nociva, según los estudios de contenido patológico para la ciudad. Las actividades perturbadas son aquellas que requieren de silencio moderado, de concentración laboral, de ambiente sano. El gobierno debe intervenir específicamente contra los dueños y los responsables de los especímenes involucrados, tal como sucede en Europa y en U.S.A. La ley así lo dispone (ver estudios de la CAM sobre el particular desde 2013 para Neiva). El diario EL ESPECTADOR refirió en la última semana experiencias traumáticas en el Huila, que involucran a los perros abandonados que al parecer causan estragos en áreas protegidas –casi una sentencia de muerte contra estos seres en desventaja, sin muchas consideraciones y sentimientos de parte de sus amos originales-. Se puede esperar una mayor explosión de especies caninas a futuro, en el mismo drama, cuando los dueños de los animales encerrados en áreas estrechas  (antejardines y otras) den en lanzarlos a las calles, al abandono, después de explotarlos durante varios años.  En verdad, estos amos no son movidos por sentimientos de nobleza y de amor sino por apariencias y superficialidades relativas a las riquezas y a las apariencias. En los audios de entrevistas multimedia siempre están sonando perros de fondo. Su mensaje es de dolor y lamento, según los etólogos. Mientras, se registra la ausencia de sus propietarios, los caninos ladran de forma permanente, desaforados. La culpa recae en esos amos inescrupulosos, indelicados. N. de R.: aclaramos que este texto va dirigido a las autoridades, en denuncia contra la utilización indebida de las especies caninas a manos de sujetos que se desentienden de responsabilidades similares a las contraídas con  sus hijos carnales y sus familias. Hemos trabajado durante varios años en apoyo de los perros callejeros de Neiva y podemos dar fe de su nobleza e inteligencia, de su lealtad hasta el sacrificio por nosotros, y los extrañamos por su presencia limitada en las temporadas de frivolidad extrema que nos tocó vivir, para bien o para mal.