Por: Ricardo Perdomo Pinzón - Fecha de publicación: 2024-07-14 08:30:51
Los periodistas del régimen, se han querido tragar vivo al designado ministro de educación Daniel Rojas Medellín, por las expresiones “grotescas”, dicen ellos, utilizadas en sus trinos, en épocas de activismo Petrista.
2024-07-14 08:30:51
Todas las palabras de grueso calibre que en el pasado ha expresado el ministro de educación, son parte del paisaje, en la Colombia de hoy. Los términos o groserías que se le reprochan al ministro, son el pan de cada día en el léxico de los muchachos y también de los mayores, en los tiempos de hoy; sin que por el hecho de ser madreros o de utilizar un vocabulario grosero, si es que así lo quieren definir; los convierten en desadaptados, malas personas y no aptas de merecer una dignidad, desempeñar un empleo, o que su experiencia, sus conocimientos, sus ejecutorias o sus destrezas personales, queden en el cesto de la basura.
Esos señalamientos de hoguera publica, solo es posible considerarlos en una sociedad superficial y banal, infestada de hipócritas de doble moral, que aparentan ser una cosa, pero que, en su esencia, son otras totalmente diferente a lo que aparentan, en los convencionalismos de una sociedad en crisis.
Todos esos que se rasgan las vestiduras por las groserías de Daniel Rojas Medellín, son los mismos que votaron con fervor, por el inefable Rodolfo Hernández; y cada insulto y grosería de grueso calibre que decía el viejito; eso no era grosería, sino, la evidencia de que era un hombre berraco y frentero, que le iba a parar el macho a los corruptos. No recuerdo que Sergio Fajardo le haya hecho el mismo señalamiento y crítica que le ha hecho a Daniel Rojas, al ingeniero Rodolfo Hernández, ese sí, campeón mundial de la grosería y un marrullero de siete suelas.
Recuerdo las expresiones “le doy en la cara marica” … “esos hijueputas (magistrados de la Corte Suprema), nos están escuchando”, pronunciadas por el expresidente Álvaro Uribe, esa sí un insulto muy grave contra los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que lo investigaban, y nada dijeron esos periodistas lameculos que atacan al ministro; porque esas expresiones en boca de Uribe, sí quedan bien y ¡suenan lindo!, porque es un auténtico macho alfa.
En cualquier restaurante, uno escucha una charla de mujeres jóvenes y hasta las cuarentonas también, hablar con expresiones de esa naturaleza. Dicen ellas: “noooo marica, ese tipo es muy mamón, reintenso y ¡no sirve p’a un culo!
Cuando uno escucha hablar a los muchachos de estrato bajo, medio o alto, les escucha decir a tutiplén, expresiones de grueso calibre, como pirobo, gonorrea, malparido, chanda, hijueputa, eso es la verga, y tanto vocabulario crudo, que ya es parte de nuestro lenguaje habitual, que muy seguramente tendrá revolcándose en la tumba, al señor Manuel Antonio Carreño, porque su urbanidad y los consejos de comportamiento en sitios públicos, privados, el hogar, la familia, la escuela y el trabajo, desde hace rato perdieron vigencia y han dejado de existir.
La cosa de ese lenguaje grueso, es tan común hoy, que hasta el mismo Papa Francisco, en una reunión cerrada, celebrada hace poco, con la curia que gobierna; manifestó que “….en los seminarios había mucha mariconería”; el termino en sí, no causo escándalo, sino la sugerencia de no recibir tanto homosexual en los seminarios, por exceso de mariconería; pues muchos consideran que la debilidad en el culo, no hace al monje.
Esos periodistas que se quieren tragar vivo a Daniel Rojas Medellín, son los mismos que no se asombraron con la motosierra descuartizando personas, la desaparición forzada, los falsos positivos o los grandes desfalcos que han ocurrido en nuestro suelo patrio, a los ojos de todo el mundo y de todas las autoridades, sin que nadie haya dicho esta boca mía, ni nada que signifique una expresión de indignación, por tanta tragedia ocurrida.
Daniel es un Vallenatólogo como yo, y en dos o tres ocasiones que hemos tenido la oportunidad de compartir viandas y unos traguitos aquí en Neiva, al son de una parranda vallenata, me ha dejado con la boca abierta, por su destreza para tocar la guachara y cantar vallenatos clásicos, que algunos definen como el vallenato yuca.
Para intentar tumbarle el nombramiento, los periodistas y tecnócratas del establecimiento, dicen que no tiene educación, experiencia ni formación académica o títulos para desempeñar el cargo de ministro de educación. En nuestra historia ministerial, han existido ministros con títulos y formación sonora, que han dejado huella y legado; como también ha habido otros que no hicieron un culo y su único legado fue dejar negociados y cosas oscuras. Carlos Albornoz Guerrero, exdirector nacional de estupefacientes, es el mejor ejemplo: hombre formado académicamente, con experiencia, de clase light y hasta bien perfumado; resulto ser un corrupto de cuello blanco y bandido de siete suelas, que fue condenado a 19 años de prisión, por haberse comportado como un auténtico delincuente, en la administración y disposición de los bienes incautados a la mafia y delincuentes de todo pelambre. Sobre ese episodio, la prensa al servicio de de los bandidos, nada profundizó; en cambio, por haber dicho groserías en trinos pasados, antes de ser designado ministro de educación, esos mismos periodistas del silencio, se lo quieren comer vivo, sin resaltar ni tener en cuenta el muy buen desempeño, y los resultados positivos tangibles de este muchacho, al frente de la Sociedad de Activos Especiales SAE.
Somos una sociedad mojigata y de doble moral, que me hace acordar de un vallenato que en mi adolescencia sonó bastante a nivel nacional, llamada El Pobre y el Rico, compuesta por Oswaldo Monterrosa, que en una en una de sus estrofas dice: “ … si un rico en la calle se quita el pantalón, nadie le critica, eso es civilización; si en cambio es el pobre quien se lo llega a quitar, métanlo a la cárcel p’a encontrarle la moral.
