Por: Ricardo Perdomo Pinzón - Fecha de publicación: 2025-02-16 11:42:12
2025-02-16 11:42:12
La humanidad ha padecido pandemias que han matado a millones de personas, que usualmente se presentan en forma devastadora cada cien años y en varios siglos de la historia. Se registran entre otras pandemias y epidemias brutalmente demoledoras, la peste negra, la viruela, la plaga de Marsella, el cólera, la peste neumónica, la gripe española entre otras tantas, y finalmente el coronavirus, de cuyo nombre no quiero acordarme. Estas tragedias obligaron a la humanidad a cerrar filas e imponer barreras que impedían o restringían el transito humano dentro de un área determinada, para evitar la expansión de una enfermedad infecciosa, que la humanidad ha conocido como Cordón Sanitario.
Así como las pandemias han hecho presencia y causado estragos en el planeta, que obligó la implementación de esa especie de cuarentena territorial; en la historia política de la humanidad, han aparecido personajes e ideologías que han dejado una estela de contradicciones, tragedia y muerte; que también han exigido la implementación de Cordones Sanitarios de tipo político, dirigidos a prevenir la expansión de ideologías consideradas indeseables o peligrosas, de acuerdo a la esquina u orilla ideológica en donde se encuentren ubicados los unos y los otros; llámense comunistas, fascistas, nazistas ,socialistas, neoliberales, extremistas de derecha e izquierda; o simplemente imperios del bien y del mal. Estas confrontaciones de intereses encontrados y la implementación política de cordones sanitarios, se han presentado por doquier en la superficie planetaria y han tenido un común denominador: La neutralización de extremos nocivos para la concordia y la paz mundial.
Cien años después de la agitación provocada por las guerras mundiales auspiciadas por intereses de expansión, invasión y humillación humana; el mundo pareciera estar caminando en esa dirección, con el impulso, patrocinio y la decisión de dos personajes, que son causa de la gran preocupación mundial, por la reedición o reaparición de procederes y visiones de mundo, que la humanidad ya consideraba superados. Hay consternación en el mundo, por la reaparición de personajes lunáticos que están incubando una gran confrontación de la humanidad, que nos conducirá a la desaparición forzada; y que han llegado al extremo de cosificar o considerar algo de poca monta, la presencia de los seres humanos débiles, en el globo terráqueo; ultrajando a comunidades y naciones, que se resisten a sus designios e intereses. Para ellos la vida humana no vale nada, como así lo canto el emblemático compositor y cantante mexicano José Alfredo Jiménez, mi cantante ranchero favorito.
La pandemia ideológica y extrema que a nivel mundial nos muestra con rabia sus fauces, imponen a todas y cada una de las naciones, la implementación de cordones sanitarios, que nos permitan democráticamente, mantener equilibrios de intereses económicos e ideológicos, que impidan el avasallamiento de la humanidad, a manos de nuevos monstruos, que prevalidos de su poder económico y dominio mundial, quieren someter el futuro de la humanidad a su santa voluntad.
El reto en Colombia es mayúsculo; si se tiene en cuenta que estamos en un momento dramático de transición política, que nos permita salir de las hegemonías excluyentes, para darle paso a la alternancia política, como expresión soberana de la voluntad de un pueblo que premia lo bueno y castiga lo regular o malo. Debemos estar dispuestos a que la alternancia se vuelva costumbre en nuestra maltrecha democracia y que si el centro, la derecha o la izquierda llegan al poder y presentan un buen balance para el país; bienvenida sea su continuidad; o si por el contrario su balance no fue el anhelado y prometido; pues que el mismo pueblo sea el que lo demande o castigue, provocando su relevo o cambio. El cordón sanitario en Colombia, implica la alianza de sectores políticos variopintos, dirigidos a contener o evitar el regreso de una visión obsoleta de la política y el ejercicio brutal del poder, donde lo fundamental no es el ejercicio de gobierno para todos, sino la oportunidad de aniquilar a todos aquellos que se atraviesan en nuestro destino o que pusieron en riesgo nuestros intereses de clase. El sentido y arraigo patrio de una nación, en condiciones normales de ejercicio democrático, exige principios y obligaciones para que un país progrese y cierre las brechas de la desigualdad. La oposición a un gobierno, no es para cagarse en un país, con procedimientos innobles; sino el ejercicio democrático para proponer y ejecutar algo mejor para todos; y no como han hecho con el gobierno Petro todos los alfiles de la oposición, que su único interés es propender por el fracaso del gobierno, así se afecte a la nación; algo inaceptable, por más errores que se hayan podido cometer pero que nunca eclipsaran las cosas buenas no difundidas, que ha logrado este gobierno.
Es así de sencillo: Defendemos un estilo de gobierno tipo Barack Obama; o nos vamos por el despeñadero que con virulencia y desdén pregona Trump; con la complacencia y aprobación dichosa, de amplios sectores miopes de nuestra patria.
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