Los atronados

Fecha de publicación: 2024-03-18 14:28:43

Los atronados

La oficina del Sisbén adscrita a la Secretaría de Planeación y Ordenamiento Municipal vienen realizando recorridos por las diferentes comunas y corregimientos de Neiva vinculando la población que aún no está en la base de datos

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2024-03-18 14:28:43



De un tiempo para acá, sin sumar el golpe por la cronología del temible coronavirus, muchos sectores urbanos del norte de la ciudad se convirtieron en fuentes de ruido permanente: hasta los perros falderos, señoriteros, acute,pincher', encerrados en antejardines carcelarios, al sol y al agua, arman un ruido rompetímpanos, un escándalo de la madonna desde que llegan las primeras luces de la mañana. El concierto se puede prolongar hasta altas horas de la noche. Vale la pena aclarar que esta nota no va contra los perros (somos animalistas) sino contra sus amos que los someten a maltrato animal, pues estos no cumplen con el sagrado deber de sacarlos a pasear unas tres veces al día, como mandan las reglas de convivencia humano-animal, incluso en medio de la pandemia, o suministrarles gotas homeopáticas calmantes en el agua que beben durante el día (al parecer compuestas de valeriana de uso veterinario). El estrés de los perros en confinamiento obligatorio hace que ladren a todo lo que se mueva: vendedores ambulantes, carros, ciclas, otros perros del vecindario, intrusos, maleantes, mercachifles (que por igual llegan con ruido incorporado para 'aumentar las ventas' hellip,) La cuarentena se convierte entonces en un martirio comoquiera que al concierto se suman los ruidos de las reparaciones caseras (de pistolas, sopletes, tornos, brocas, taladros), las alarmas de los carros, los bólidos de las motocicletas, el transporte pesado y hasta la música chatarra amplificada. Estamos hablando de los asentamientos surgidos en la avenida 26 al norte del San Pedro Plaza comercial, suburbios atosigados por nuevos ricos, mafiosos y especímenes de distinto pelambre, que atraen a hordas de vendedores armados con sendos equipos de sonido ,suponen estos que el escándalo es el que vende-. Para citar algunos ejemplos hablemos de Solaris y Santa Mónica, calles 47 a 50 A, comuna dos). En el piso caliente del antejardín enrejado, minúsculo, permanecen los perros señoriteros, nerviosos y castigados por el ambiente bochinchoso al que contribuyen, sin quererlo, con sus chillidos agudos, rompetímpanos. Una medición por cada perro intervenido daría unos 60 decibeles, por lo menos, intolerables para el oído humano. Es posible que a los individuos insensibles del sector no los perturbe el escándalo, pero el incremento de la jauría en tales condiciones de maltrato no deja de ser significativo en términos de salud pública ahora que la existencia tiende a registrar muchos niveles de ansiedad, de esquizofrenia y de paranoia. A veces, el volumen desproporcionado de los sonidos genera unas vibraciones que se vuelven tormentosas para buena parte del vecindario, sin solución aparente. Aquellos sujetos que no logran conciliar el sueño agregan un nuevo motivo a sus preocupaciones diarias, al margen del coronavirus que los tiene al borde un ataque de nervios. Desde esta tribuna pedimos un operativo de corrección a cargo de la secretaría del medio ambiente de la ciudad y de la policía ambiental. Lo hacemos a nombre de unas 200 familias residentes en el área afectada. Los perros maltratados nos lo agradecerán.










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