La sinuosa ruta de los ejecutados del Huila

Fecha de publicación: 2024-03-18 15:30:33

La sinuosa ruta de los ejecutados del Huila

En la mañana de este viernes se conoció la triste noticia del fallecimiento del productor neoyorkino Larry Harlow quien fue cantante compositor y miembro de la mítica Fania

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Se ventila medirla a esta última parcialmente desde avanzados los años 80 del XX, merced a algunos casos aislados de ejecuciones sumarias y así facilitar, al mismo tiempo, un breve alargue en las funciones transicionales de la JEP, en su cronología oficial, que arrancaría a partir de 2002, en el papel. Por allí retumba aún el caso del estudiante Tarcisio Medina Charry, líder de la USCO, en 1988, urgido como un asunto próximo pasado, en asocio con el de otro desaparecido, menos célebre al parecer en materia de opinión pública.



Frente al desorden técnico en el manejo del tema sepulcral, del destino final de los cadáveres y de su identificación e individualización, la Jurisdicción Especial para la Paz tuvo que intervenir con cautela en la ciudad y perentoriamente congelar el traslado del cementerio central a otro predio urbano dispuesto por la curia episcopal. La JEP alude los riesgos de impunidad en cuanto a múltiples ejecuciones extrajudiciales estimadas, a centenares de crímenes que cuantifica el organismo de la justicia transicional en el territorio y, sobre todo, al manejo folclórico de los muertos, identificados o no, reclamados o no.



Como remedio, se solicita individualizar las fosas, es decir, los despojos tienen que ser clasificados de cara a cada ocupante de tumba identificado: una suerte de atención personalizada en ultratumba. En el camposanto central se habla de más de 140 ejecutados sin identificar, aunque la cifra es bastante tímida si se tiene en cuenta que en una sola fosa mayor el apiñamiento de desechos humanos es bastante predecible.



El primer lote de entierros cobija por igual al monumento 14, a fosas comunes dispersas y a osarios. Muchos depósitos contienen amplia promiscuidad de restos humanos, de habitantes de calle, de perseguidos, de individuos de varios orígenes, tras una caída vertical al hueco, unos sobre otros hellip, El lanzamiento de cuerpos al hoyo mayor cavado por el sepulturero de la época, se hacía como botando basura a un relleno sanitario, sin cuantificar e identificar a los ajusticiados durante episodios propios de muchos agentes del Estado -quienes hacían presencia en horas de la madrugada en el sitio, sin ser reconocidos en propiedad, aunque autorizados al parecer por el cuarto de la época-.



La huella de los individuos martirizados (masacrados) desde inicios del año 2000 ,para hablar de una época 'reciente'- por esbirros del gobierno en lo relativo al Huila y a Neiva, su enclave genocida mayor, se multiplica en muchos senderos y caminos de Dios, algunos impredecibles como las orillas de las carreteras nacionales (en el Tolima Grande), conectadas a los bordes de grandes haciendas de terceros vinculados circunstancialmente al conflicto (que votaron por la seguridad democrática), como las aguas de los ríos y quebradas que van al mar, y como los basureros públicos, para mencionar algunos pocos teatros de la guerra de exterminio.



De plano, un seguimiento de los finados históricos debe comenzar por el tradicional camposanto, aquel lugar de distribución, identificación y depósito, de individualización técnica mediante pruebas y verificaciones genéticas de algunas partes óseas y molares, amén de otros avances científicos. Se presume que los cementerios son los depósitos naturales de cadáveres y restos óseos, lugares de cristiana sepultura y, en tal sentido las autoridades de la posguerra asumen que en sus predios funciona un orden de identificación serio de inquilinos, de restos de difuntos, temporales o permanentes.



Sin embargo, parece que no existe nada más equivocado que esa consideración, en virtud del uso lícito, e ilícito en ocasiones, de fosas, panteones, monumentos, osarios, dirigido a víctimas del conflicto social, mediante prácticas soterradas de impunidad, comunes en Colombia, según revelaciones preliminares e indicios serios en manos de la jurisdicción transitoria de paz. El Huila reviste la prioridad que se merece por razones obvias, propias del avance de la verdad procesal en cocimiento inusitado.














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