Por: Gustavo Puentes - Fecha de publicación: 2025-04-21 07:12:11
Antes de partir, Francisco dejó instrucciones precisas para su despedida: sin ostentación, sin lujos, sin gloria terrenal. Solo madera, oración y María.
2025-04-21 07:12:11
Ciudad del Vaticano | 21 de abril de 2025
Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, falleció este lunes 21 de abril a los 88 años, tras varios meses de complicaciones respiratorias. Con él se va el primer pontífice latinoamericano de la historia, pero también un reformador incansable que hasta el último momento quiso dejar huella... incluso en su muerte.
A diferencia de sus predecesores, Francisco no quiso un funeral grandilocuente. Desde 2024, cuando su salud comenzó a deteriorarse, dejó escritas sus últimas peticiones fúnebres, las cuales ya están siendo cumplidas por el Vaticano con respeto y discreción.
Entre sus solicitudes más llamativas está la eliminación del tradicional triple ataúd (uno de ciprés, otro de plomo y un tercero de roble). En su lugar, pidió ser enterrado en un único féretro de madera con lámina de zinc, lo justo y necesario para un servidor de Dios.
También ordenó que su cuerpo no sea exhibido en catafalco, como suele hacerse en la Plaza de San Pedro, sino que sea colocado de forma inmediata en el ataúd. Incluso la confirmación de su muerte no se haría en su habitación, sino en una capilla, rodeado de oración.
Pero quizás su petición más simbólica fue el lugar de sepultura. Francisco pidió no descansar en la Basílica de San Pedro, como la mayoría de los papas recientes, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, por su devoción profunda a la Virgen María, a quien visitaba antes y después de cada viaje apostólico.
Estas decisiones no fueron solo gestos de humildad, sino también una enseñanza final para la Iglesia y el mundo. En lugar de un espectáculo, Francisco pidió recogimiento. En vez de grandeza, pidió cercanía con el pueblo. Su deseo fue claro: morir como vivió, con sencillez, amor y entrega total a Dios y los más pobres.
Hoy, el Vaticano se prepara para darle el último adiós al papa de los descartados, el que abrazó migrantes, denunció guerras y luchó por una Iglesia menos clerical. Y aunque su silla queda vacía, su testimonio continúa guiando.