El tango y su influencia en Medellín
El tango es la expresión musical de las ciudades portuarias del Río de la Plata Buenos Aires y Montevideo. Allí se originó y de ellas partió para echar raíces en Europa y Latinoamérica, entre nosotros especialmente en Medellín.

Editado por: Hernando Mena
La palabra tango es de origen Africano y denota un sitio de reunión. Esos lugares en el Buenos Aires de la segunda mitad del siglo XIX eran los prostíbulos; las piezas de las chinas cuarteleras, o mujeres que durante las guerras acompañaban a los ejércitos y en las épocas de relativa paz se establecían en las ciudades en cuartos de casas de inquilinato; y en las academias musicales de los barrios. En estos recintos surgió el tango como baile y en ellos comenzaron a delinearse algunos de sus personajes distintivos como los músicos; el compadrito, quien era un inmigrante del campo a la ciudad designado peyorativamente “gaucho desmontado” y la bailarina.
El tango en su expresión adoptó un lenguaje peculiar denominado lunfardo, que correspondía a la jerga hablada por los presos de las cárceles de Buenos Aires en la cual cambiaban el significado de los sustantivos, adjetivos y verbos del español para despistar a sus guardianes. Además, le agregaban términos de otros idiomas europeos, especialmente del italiano. Divulgado posteriormente entre los habitantes de la ciudad, el lunfardo se convirtió en el habla característica del porteño. Fue introducido en el tango hacia 1917 en la canción Mi Noche Triste compuesta por Samuel Castriota (1885-1932).
Las primeras letras de tango aparecieron en los cuarteles en 1874 donde los soldados entonaban las estrofas de El Queco (prostíbulo) y en los burdeles hacia 1888 con Dame la Lata (el dinero). El Entrerriano figura como el primer tango registrado por su autor Rosendo Mendizábal (1868-1913), acontecimiento considerado como el nacimiento de este género musical. La producción de grabaciones para ser escuchadas en gramófonos y fonógrafos hacia 1900 permitió el surgimiento de reconocidos cantantes como los esposos Alfredo (1877-1938) y Flora (1883-1952) Gobbi y el éxito comercial de canciones como La Morocha. En 1916 fue estrenada La Cumparsita, el tango más popular compuesto por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez (1897-1948) como una marcha carnavalesca y que el músico Roberto Firpo (1884-1969) arregló en ritmo de tango.
La evolución interpretativa está íntimamente ligada a la adopción del bandoneón como el instrumento musical distintivo del conjunto tanguero. Inventado en Alemania como instrumento de viento relacionado con la concertina, fue llevado a la región del Río de la Plata por marinos que llegaban en barcos procedentes de puertos europeos y allí se quedó para siempre.
El grupo musical emblemático del tango se denomina Orquesta Típica, compuesta de piano, contrabajo, cuatro violines y cuatro bandoneones. En esta agrupación cada instrumento tiene una función definida, el piano es el conductor del ritmo melódico. El bandoneón y el violín acompañan y pueden ser solistas en determinados pasajes de la melodía. Además, son utilizados en la producción de variaciones como rezongo y fraseo de bandoneón, o sonidos esotéricos de violín. El contrabajo elabora el timbre de fondo, apoyo y ritmo.
El tango alcanzó su época de oro, conocida como la década del 40, entre 1935 y 1955. En ella cada artista definió su propio estilo. El bandeonista Anibal Troilo (1914-1975) comenzó la rutina de presentar dos cantantes de planta en su orquesta quienes interpretaban toda la letra de las canciones que él les asignaba. El director Juan D’Arienzo (1900-1976) inauguró un nuevo estilo bailable imprimiéndole al tango un ritmo cadencioso y rápido. La agrupación de Miguel Caló (1907-1972) fue conocida como la orquesta de las estrellas por la eximia calidad de todos sus integrantes. La orquesta de Alfredo DeAngelis (1919-1992) logró un acople magistral de las voces de sus cantantes interpretando a dúo composiciones inolvidables.
Surgieron intérpretes con características de voz y personalidad fácilmente reconocibles como Raúl Berón (1920-1982) considerado el mejor cantante de una orquesta típica; Alberto Echagüe (1909-1987) sobresalió por el dramatismo y su identificación con la historia narrada por la canción que interpretaba; Alberto Castillo (1914-2002), fue un médico que en escena se ganaba fácilmente la simpatía popular por su crítica a las condiciones sociales de ese entonces; y el uruguayo Enrique Campos (1913-1970) debió su éxito a un repertorio cantado con displicencia y buen fraseo en el conjunto de Ricardo Tanturi (1905-1973). Cabe destacar también el aporte de letristas y poetas como Enrique Santos Discépolo (1901-1951) compositor de Cambalache, Homero Manzi (1907-1951) quien nos dejó Malena, Cátulo Castillo (1906-1975) y La Última Curda, y Enrique Cadícamo (1900-1999) con su bien recordado Niebla del Riachuelo.
Carlos Gardel (1890-1935) es el artista más renombrado del tango. Dotado de una apariencia física que ha sido imitada por muchos de sus congéneres y seguidores; una personalidad que destacó su capacidad interpretativa y fácil comunicación con el público; un excepcional timbre de voz que evolucionó de tenor a barítono; una versatilidad sin igual que le permitió interpretar diversos estilos incluyendo pasillos y bambucos colombianos; un innato sentido musical; una tenacidad sin igual para iniciar nuevos proyectos, y una visión futurista lo llevaron a incursionar exitosamente en diversos campos del medio artístico. Inició su carrera como cantante en 1912 formando un dueto con el guitarrista uruguayo José Razzano (1887-1960). En 1917 irrumpió como solista en el tango interpretando Mi Noche Triste que lo consolidó como el creador del tango canción. Su repertorio alcanzó la cifra de 957 grabaciones en varios idiomas.
Gardel inició su etapa como actor de cine en Argentina en 1917 filmando la película Flor de durazno y realizando 15 cortometrajes cada uno sobre una canción. Posteriormente, en Francia y Estados Unidos actuó en nueve películas como artista exclusivo de la compañía Paramount que lo consagraron mundialmente como el artista latinoamericano de mayor renombre.
En Marzo de 1935, Gardel emprendió una gira que desde Nueva York lo llevaría por varios países de las Antillas, centro y sur América. En Colombia, después de presentaciones apoteósicas en Barranquilla, Cartagena, Bogotá y Medellín, encontró la muerte en un inusitado accidente aéreo en el aeropuerto de esta última ciudad el 24 de Junio. A pesar de su temprana desaparición, su legado artístico conserva vigencia y sus adeptos afirman que “Gardel cada día canta mejor”. La muerte del ídolo y su elenco en el pleno corazón de la ciudad causó una profunda impresión y dolor entre sus habitantes.
Este hecho, asociado a un continuo intercambio artístico con Buenos Aires desde 1926 y a los comienzos de la industrialización colombiana con la proletarización del campesinado y los artesanos llegados de los pueblos fueron factores importantes para que la canción ciudadana se asentara, encontrara otra patria en Medellín. Un gran número de artistas y embajadas musicales establecieron en sus giras al exterior una visita obligada a nuestra ciudad considerada como la segunda capital del tango.
Así se fueron plasmando festivales anuales de tango con gran arraigo popular que fueron institucionalizados por la alcaldía como eventos internacionales y que coinciden con la fecha del fatal accidente del mes de Junio. Además, entidades gubernamentales le han dado al tango el carácter de patrimonio artístico, cultural y social de Medellín y el departamento de Antioquia.
A pesar del transcurso del tiempo y de la aparición de nuevas generaciones ajenas al contexto social descrito inicialmente en el repertorio tanguero, el tango perdura en la voz de intérpretes de actualidad como Ariel Ardit (1974) y Roxana Fontán (1965-). Gambian se amalgama con otros ritmos musicales para confirmar su permanencia, y se dice que ha entrado en la onda de la globalización.