Fecha de publicación: 2024-03-18 10:45:27
Ya nadie discute la legitimidad del Paro Nacional De lo que se trata ahora es de mirar cual camino seguir y la creación de la Primera Línea una forma de defensa y resistencia pacífica frente a los ataques desmedidos de la Fuerza Pública en el marco de las movilizaciones abre un debate interesante
2024-03-18 10:45:27
En ese sentido, doy paso a una fragmento, de una interesante refelxión de Felipe Polania, realizada desde Suiza.
La violencia del Estado Nación colonial esta imbricada en una estructura de violencia global. Esa estructura global que acoge al Estado Nación colonial coloca a éste en una situación de poder frente al movimiento social y político que se gesta en las calles colombianas. Esa asimetría intimida terriblemente. Una situación de poder tan fuerte que pareciera no haber remedio que valga y que al final no se va a poder derrotar a ese monstruo.
El camino escogido por esta primera línea parte de una reflexión: no vamos a ganarle al ESMAD ,. El camino entonces es el de la Autodefensa. Proteger a la población movilizada. Garantizar que la violencia estatal no alcance a la población movilizada. Es una táctica muy valiosa la que nos han recordado la juventud chilena, pero también la guardia indígena y cimarrona en Colombia, la autodefensa feminista en Euskal Herria, y tiempo atrás el partido de las Panteras Negras en Estados Unidos. Este camino muestra un uso proporcional y sostenible de la fuerza que centra su acción en resguardar la población movilizada, que es quien finalmente puede contrarestar la fuerza del Estado, o por lo menos neutralizarlo en contextos temporales y espaciales. La Primera Línea es en mi entender, una expresión organizada de la violencia. Se trata de movilizar fuerzas físicas en una dirección y con un sentido de reacción y defensa.
El Estado colombiano tan hábil en retorcer y pervertir cada narración de la violencia que deje en evidencia su carácter violento, desterró a palabra Autodefensa de muchos escenarios políticos al vincularla estrechamente con los orígenes del paramilitarismo. Sin embargo, parece ser el momento en Colombia para reapropiarse del concepto de Autodefensa desde la perspectiva popular y a lo mejor desde esas experiencias se podría reflexionar sobre el ejercicio de la violencia en Colombia. Abordar la violencia, no como el mal y horror con que la oligarquía colombiana ha estampado el concepto, si no como una realidad inevitable, que necesita una perspectiva de organización. Porque la historia del Estado Nación colonial es la historia del ejercicio sistemático de la violencia contra las poblaciones y el ocultamiento de esta violencia en narrativas nacionales que nos hacen celebrar implícitamente esa violencia.
Por ejemplo, cada vez que cantamos el himno nacional y que lo asumimos como propio, estamos reafirmando la regeneración de Rafael Nuñez, que reclamó: una nación, un dios. Cuando cantamos ese himno celebramos nuevamente que Rafael Nuñez le haya devuelto la educación a la iglesia y que finalmente hayan consagrado al país al culto fundamentalista católico. Cada vez que cantamos ese himno asesinamos nuevamente, por lo menos en el campo simbólico, a las comunidades indígenas y afrodescendientes. Ya tiene razón la niña Mencha, nada mas violento que ese himno nacional, y esa violencia genera otra violencia, que debe ser organizada, mesurada y funcional para conseguir las transformaciones sociales, culturales y políticas que deseamos. Por eso no se trata de negar la necesidad de la violencia, si no de organizar la violencia políticamente para que nos dé la posibilidad de superar la injusticia social. Sospecho, que la desaparición de las FARC del panorama político ha permitido visibilizar mejor la violencia estatal, La guerra de más de 50 años en Colombia deberá ser pensada de otra manera y sólo las comunidades organizadas y movilizadas pueden dar las pistas para repensar la guerra y la violencia en Colombia ,.
