Ley contra los mentirosos

Fecha de publicación: 2023-11-19

Razón tiene el senador del Polo Democrático Iván Cepeda al tramitar un proyecto de ley para meter en cintura a los mentirosos que atacan con versiones amañadas el derecho fundamental a la paz en el país. 

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Tales sujetos han desbordado la tenue línea que los separa de la transgresión de la ley y permanecen en la impunidad merced a sus capacidades de intervenir en la actualidad político-social, en la que se sienten todavía muy cómodos, muy orondos, igual que reyezuelos. 

Por allí mismo se entiende como causa primordial de la tarea legislativa de Cepeda que la conquista de esa paz exige unas transformaciones democráticas que no dan más espera ante un mundo que puede acabarse en cualquier momento por tanta intransigencia y codicia, tal como insiste Gustavo Petro en sus discursos. 

Existen esos contradictores de la Colombia Humana en calidad de catervas de sectores retardatarios que desinforman permanentemente sobre el proceso de la paz total y que logran engañar a gran parte de las audiencias públicas y políticas hasta despertar suficientes odios adormecidos, latentes, amparados en la brutalidad de la actual coyuntura, en desarrollo de una intolerancia enfermiza, esquizofrénica y de mixtura paranoide. 

La bestialidad, al mismo tiempo, parece una constante en la cultura de muchas colectividades y tiende a convertirse en un modelo paradigmático a seguir –el mundo al revés-. Esos supuestos líderes colombianos, opuestos a los acuerdos de pacificación, desde sus trincheras, producen miedo a la vista desprevenida de quienes confían en un cambio sustancial de la realidad, sin asumir posturas de hecho, amenazantes, que se esperarían del mandato actual en ejercicio, como ha sido costumbre inveterada en el suelo patrio; son lo más parecido, estos últimos, a pensadores e intelectuales comprometidos con las causas nobles de la fraternidad y hermandad. 

Los contradictores de la paz total se nutren en sus poderosos dominios de la ignorancia servil por la que se inclina el país desde hace muchos años calendario y ante la que no parece reaccionar aún como debería ser en una sociedad seria. Periodistas, políticos, comentaristas, dirigentes, empresarios, entre otros, forman parte de esa nómina de personajes siniestros con una capacidad formidable para impulsar la intriga. Manejan un discurso avezado en el terreno de la sugestión, de la expresión calculada, con un manejo tan eficaz que supera a la misma mentira, en términos de motivo principal. 

Esas habilidades los transforman en artistas del crimen que hasta pueden alcanzar momentos de veneración en sus feudos. Hay quien les prende velas… Esto es lo más curioso del ser colombiano cuando se le compara con los demás habitantes del planeta. Es una característica sui géneris de nuestros connacionales que atrae a los investigadores sociales más profundos, incluidos los extranjeros, frente a sus lucubraciones y a sus asertos, desde el siglo pasado. En consecuencia, la juridicidad internacional, global, abre caminos de esperanza para actuar, más allá de la complacencia del régimen estatuido por las derechas cómplices a lo largo de la historia. La batalla apenas comienza y el tiempo apremia.    

Fernando Amezquita

Periodista